La felicidad de las bombillas

Muchas veces nos preguntamos como ser felices, bueno pues aquí os dejo mi forma de explicar la felicidad y el truco para conseguirla.

Imaginar una sala con las paredes cubiertas de bombillas, de distintos tamaños. Cada bombilla simboliza todas las cosas que nos pueden pasar en la vida, las grandes serán las mas importantes y las pequeñas las menos importantes.

Supondremos que están encendidas las que nos hacen felices, las cosas que nos salen bien y las apagados son las cosas malas, que nos salen mal.

Ahora pensaremos en los casos extremos: 

Imaginar que en toda la habitación están todas apagadas, por que estamos viviendo un mal momento, pero de pronto la mas pequeña de todas se ilumina, si nos centramos en esa pequeña luz podremos empezar a cambiar la visión de la habitación y hacer que se vayan encendiendo mas (y por supuesto también hacer algo que nos lleve a encender las demás)

Ahora por el contrario vemos todas las bombillas encendidas, pero una, la mas pequeña de todas, se apaga. Si nos centramos en esa pequeña oscuridad no nos dejará disfrutar de las demás luces. Y hará que las demás se vayan apagando (ya sea por que las vemos de otra forma o por que las descuidamos para intentar encender la pequeñita).


Ahora después de ver y entender los extremos vamos a explicar un caso mas real. En todas las situaciones tendremos muchas bombillas encendidas y otras muchas apagadas, somos nosotros los que decidimos en cuales centrarnos, por que si nos centramos en las apagadas no podremos disfrutar de las encendidas y nunca conseguiremos ser felices, por que las vidas perfectas no existen ni en las películas. Si por el contrario nos centramos en las encendidas, daremos menos importancia a las cosas malas y podremos ser mas felices. 

La felicidad solo depende de como quieras ver las cosas: dos personas en la misma situación pueden tener estados de animo muy distintos según la forma que tengan de mirar la vida. Mi consejo, es mirar las encendidas, olvidarnos de las que se han apagado (y aunque a veces nos fijemos en ellas, o parezcan demasiado grandes para ignorarlas no debemos olvidar que seguimos teniendo bombillas encendidas, que nunca se podrán apagar todas).



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